Autor:
Adolfo Bioy Casares.
Adolfo Bioy Casares.
Sinopsis de Emecé Editores (edición de 2001):

En un marco realista, en el que personajes y lenguaje se construyen desde lo coloquial y se mueven en escenarios reconocibles y ciertamente familiares, Adolfo Bioy Casares magistralmente introduce en su materia textual, lo extraño y lo onírico, de tal manera que el orden natural se altera; el tiempo cronológico da su bienvenida al tiempo subjetivo, y el mundo real se fusiona con el mundo irreal, conviviendo sin contradicciones en ese espacio y tiempo incierto que se establece entre la ambigüedad del relato y la mirada del lector."
Opinión personal:
La verdad... volví a decepcionarme, aunque sólo en las últimas páginas -en concreto, sólo en el capítulo LXIII- fue cuando ocurrió. Comencemos por el título: teniendo en cuenta mi reciente afición por la fotografía y por nombrar a una ciudad de alguna forma familiar para mí, fue inevitable que me llamara la atención. Lo segundo fue el autor, a quien siempre quise leer y de quien sólo sabía, básicamente, que había tenido una gran amistad con don Borges y que, probablemente, sus escritos me gustarían mucho más que los del susodicho. No me equivoqué; prefiero a Bioy antes que a Borges, y no solo porque Borges fue un machista empecinado -aunque con motivos fundados que no voy a mencionar, porque no se me antoja hablar de Borges-.
La historia fue interesante: Almanza, su floreciente relación con la familia Lombardo... ¡Cómo odié a ese viejo, don Juan! Griselda tampoco me inspiró simpatía más allá de su nombre -Griselda me parece un nombre muy bonito-, de los hijos de Griselda no tengo nada que decir -salvo que odio que el autor llamara al bebé como "bebe"- y en cuanto a Julia... supongo que es la cuasi heroína, pero no me inspiró nada. Sí me gustó la licenciada de aparición aun menos que secundaria, que jamás permitió que Almanza la fotografiara... y, obviamente, me gustó el ojo de Almanza para la fotografía, aunque yo no me creo del todo capaz de hacer un álbum de fotografías de una ciudad entera, con sus edificios emblemáticos y todo eso... yo fotografío cosas que me inspiran algo, y la fachada de algún edificio elitista no me inspira nada, a menos que esté derruida. Volviendo al tema, también me gustaría destacar la aparición de Lemonier y Laura... de alguna manera me hicieron pensar en Sartre y Simone de Beauvoir; ¡cómo amo a esa mujer! -a Simone, no a Laura-. Pero bueno, esa es también otra historia.
Para finalizar diré que creo que es un buen libro, aunque con un final muy poco lucido. ¡Yo quería que Almanza esclareciera de una vez por todas lo referente a las artimañas de don Juan! ¡O por lo menos Julia se marchara al diablo con él! Pero ni siquiera eso, y ni hablar del paradero del invisible Ventura... pero bueh. La novela es de lectura llevadera y no se explaya en demasiadas páginas; es una rareza encontrar un capítulo de más de dos hojas. En lo personal, no pude conectarme mucho con la parte onírica del relato; si eso tenía que tocarme alguna especie de fibra emocional lo cierto es que no lo hizo. Pero eso no quita que sea una buena lectura, y que la recomiende.
No hay comentarios:
Publicar un comentario